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Juanmari , zenbat arrazoi hituen, Juanmari, beti gure gogoan.

Hoy hace 21 años ETA asesinó a Juanmari Jauregi y como todos los años sus amigos seguimos reuniéndonos con dos objetivos, el de manifestar nuestra solidaridad y afecto a Marixabel y a María, y el de mantener despierta una memoria que evite la caída en el olvido de lo que han sido los años de violencia que desgraciadamente a muchos nos ha tocado vivir.
El 7 de junio de 1968, ETA realizaba su primer asesinato en la figura del Guardia Civil José Antonio Pardines. Y este otoño, se cumplirán diez años del final de ETA. Entre medio, más de 40 años en los que la violencia irracional puesta en marcha por ETA no fue capaz más de que generar y acumular dolor, sufrimiento, miedo, impotencia, y por qué no decirlo, odio, todo ello a través de las diversas formas en las que se manifestaba la violencia: asesinatos, atentados, bombas, cientos de escoltas para proteger a concejales, intelectuales, periodistas o empresarios, pintadas amenazantes y gritos en manifestaciones de “Gora ETA militarra”, y también en consecuencia, detenidos, torturados, víctimas del GAL y sufrimiento, mucho sufrimiento.
Si la situación generada por ETA fue terrible, intelectualmente resultaba indignante que toda esa práctica violenta se hiciera en nombre del pueblo vasco y que una parte de nuestra sociedad la apoyara directamente o prefiriera abstenerse manifestando su complicidad a través del silencio y la indiferencia. Cuántas veces aquellos testigos directos de esos hechos recordábamos la obra de Hannah Arendt con su teoría de la banalidad del mal. Sí, entre nosotros hubo muchos vascos que renunciaron a su conciencia crítica y a su responsabilidad política y solidaria con el ser humano para dejarse llevar por la ideología dominante entonces en espacios de nuestra sociedad. Sin aquel contexto político-ideológico, el discurso agónico identitario seudo revolucionario de ETA y su entorno, es difícil de entender cómo la violencia terrorista pudo generar 853 víctimas mortales, casi 2600 heridos, 86 secuestrados y 15.649 amenazados (Raúl López Romo: Informe Foronda).
Hoy ya podemos empezar a hacer valoraciones sobre las causas de esta violencia sufrida. Sin peligro a equivocarnos, podemos decir que la historia de ETA es la historia del mayor fracaso político que se ha dado en la sociedad vasca después de las tres guerras carlistas que arrasaron nuestro País en 1833-1839, 1872-1876, y 1936-1937. Al igual que el fanatismo y totalitarismo de la ideología carlista llevó a miles de vascos a levantarse, para nada, contra los sistemas liberales o democráticos que se establecían en España, la Historia de ETA guarda unos paralelismos asombrosos. Si el carlista mataba “Por Dios, por la Patria y el Rey” sin saber en qué se plasmaban esos términos, fenómeno semejante se daba en el militante de ETA que luchaba por la Alternativa KAS en su momento, y luego por el “Independentzia eta sozialismoa”. Ahora bien, no le preguntases esa soflama en qué se concretaba o como se hacía realidad.
Este es el gran fracaso. ETA no valió absolutamente para nada. Sólo para acumular sufrimiento y más sufrimiento. Ningún objetivo de la izquierda abertzale se cumplió. Ni consiguieron cambiar una coma o un punto del marco constitucional y autonómico actual. Sus herederos políticos deben una explicación a la sociedad vasca. Estoy seguro que Juanmari así lo pensaría porque no admitiría que después de estar durante 40 años -con el fin de justificar la acción de ETA- diciendo que la Constitución y el Estatuto de Autonomía eran herencia del franquismo, ahora al integrarse en todas las instituciones democráticas, intenten dar la imagen de que el pasado reciente de violencia no ha existido.
También después de 10 años sin ETA vemos más claro que fue la irracionalidad de ETA la que provocó actuaciones ilegales de los funcionarios del Estado que, por así serlo, estaban obligados a ser files cumplidores –y no lo fueron- del Estado de derecho y, por tanto, garantes de los derechos humanos: los Gal, la tortura, o las desapariciones de Lasa y Zabala, nunca deberían de haber sucedido. La estrategia de ETA y, HB que la garantizaba, fue un inmenso error que nunca debería de haber ocurrido porque matar nunca estuvo bien, siempre estuvo mal y el dolor causado fue injusto.
El componente totalitario de la ideología de ETA Juanmari ya lo veía en 1979. Como nos lo recuerda su amigo Ignacio Latierro, Juanmari en enero de ese año, después del asesinato de del Guardia Civil Antonio Ramirez Gallardo y de su novia Hortensia González Ruiz fue el organizador en Ordizia de una de las primeras manifestación contra ETA. El cortejo no era muy nutrido y lo componían gentes de los Partidos Comunista y Socialista de Euskadi y de los sindicatos CCOO y UGT y lo encabezaban Juan Mari Jauregi y Enrique Casas, ambos luego también asesinados por ETA y los CCAA.
Por las razones arriba señaladas estoy seguro de que Juanmari sería muy crítico con ese relato que sobre el reciente pasado vasco se impulsa desde la izquierda abertzale una especie de “memoria blanda” en la que se equiparan las distintas violencias sufridas para justificar lo injustificable. NO. Juan Mari Jauregi, José Luis López de la Calle, Joseba Pagaza, José Ramón Recalde, Fernando Buesa, Ernest Lluch, Tomás y Valiente, Fernando Múgica, y otros muchos más porque la lista es muy larga, fueron personas comprometidas por la construcción de una sociedad vasca constituida por ciudadanos libres en un marco político inspirado en la justicia y abierto a todas las ideas democráticas. Y fueron víctimas de ETA porque la ideología totalitaria de ésta no podía entender la pluralidad de la sociedad vasca. La actividad política de Juanmari siempre siguió ese camino y nunca olvidaremos que precisamente por eso fue asesinado.
Juanmari , zenbat arrazoi hituen, Juanmari, beti gure gogoan.
Escrito por: Joxemari Villanueva Telleria, Concejal del PSE.EE en el ayuntamiento de Tolosa